viernes, 30 de enero de 2015

Ford y la evolución del marketing



Todos hemos oído hablar alguna vez del marketing y tenemos una idea aproximada de lo que significa. Para algunos se trata de todo aquello relacionado con la planificación de las ventas de un producto con todo lo que ello conlleva (determinar el precio, la publicidad, el lugar de distribución...), mientras que para otros la función del marketing está más relacionada con  convencer al consumidor de comprar un producto haciendo surgir en él la necesidad de comprarlo. Sin embargo, sería más acertado decir que el marketing no crea dicha necesidad, sino que  cual rayo de luz en la noche oscura ilumina necesidades que se encuentran en el subconsciente del ser humano, haciéndole recordar las carencias que padece y estimulando así su deseo a satisfacerlas.


Como toda disciplina científica, la concepción del marketing ha ido evolucionando a lo largo de la historia. Uno de los ejemplos más evidentes de dicha evolución es el caso de la Ford Motor Company, una empresa automovilística estadounidense fundada por Henry Ford en los albores del siglo XX. Henry Ford, hijo de la revolución industrial, fue un hombre que siempre tuvo claro la importancia del marketing para triunfar en Estados Unidos como así lo demuestra su famosa frase que reza: "Dejar de hacer publicidad para ahorrar dinero, es como parar tu reloj para ahorrar tiempo". Supo seleccionar a quién dirigir el producto, creando un automóvil asequible para la clase media, lo que le permitió convertir a su empresa en un gran éxito internacional. El mismo decía: "Voy a construir un coche para el pueblo, el automóvil universal". Durante ésta primer época, su filosofía empresarial y de marketing estaba más bien basada dar publicidad al producto, resaltar sus cualidades sobre la competencia y aumentar los beneficios a través de la dirección de ventas, lo que suponía organizar la distribución, la logística, la red de ventas...; no pensando en ningún momento en las necesidades del cliente más allá de que el coche en sí mismo fuera asequible y de mejor calidad que el de la competencia. Dicha filosofía queda reflejada por aquello de que: "El cliente puede elegir el auto del color que quiera siempre y cuando sea negro".


Esta visión del papel del marketing es demasiado simple y hoy en día la aplicación de la misma llevaría a la empresa Ford, la misma empresa que llegó a ser  la segunda global por detrás de General Motors y una de las pocas que sobrevivió a la Gran Depresión; a la ruina. En efecto,  hoy el mundo es más pequeño. Vivimos en una sociedad moderna y globalmente interrelacionada, donde lo que ocurre en un lugar puede ser conocido en un mero instante al otro lado del globo. En un ambiente donde las competencia es feroz es vital la función del marketing para las empresas, que pueden encontrar en este sector de su actividad no sólo una fuente de ventaja comparativa, sino también la única forma de sobrevivir en una tierra hostil. Esta fue la razón de que Ford tuviera que reinventarse y pasar de su concepción previa a una en la que el cliente fuera lo primero, lo segundo y lo tercero. Henry Ford no tuvo en cuenta mientras vivía el hecho de que una vez que se satisface la necesidad de desplazamiento del cliente, este va a demandar satisfacer otras necesidades de orden superior, y ello conlleva para el fabricante la acuciante necesidad de adaptar el producto e imagen con el fin de superar a la competencia.  Ford subestimó el afán que tiene el ser humano por la modernidad, lo que supuso el fin de su Imperio. En efecto, el hecho de que su modelo más exitoso, el Ford , no hubiera cambiado desde su lanzamiento en 1908 dio lugar a que los consumidores se hastiaran y decidieran acudir al producto de los competidores. Actualmente, la empresa Ford cuenta con una filosofía de marketing cada vez más a largo plazo como evidencian las declaraciones que hace la propia compañía en su página web relacionadas con su apoyo a la tolerancia social y la protección medioambiental.  Ya no hace un único modelo de coche, sino más de 10, cada uno de ellos dirigido a un público en concreto con distintas necesidades y en una infinidad de colores, no sólo el famoso negro. En definitiva y por resumirlo en una sola frase: reinventarse o morir. 

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